La maldición de la Facultad de Ingeniería

No todo lo que brilla es oro y no todas las obras monumentales guardan historias felices. La actual Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires comenzó a construirse en 1912 bajo las órdenes del reconocido ingeniero Arturo Prins. Detallista y obsesivo, apuntaba a construir el edificio neogótico más sorprendente de la ciudad.
Todo comenzó muy bien hasta que en 1938, cuando ya había finalizado la primera etapa de construcción, misteriosamente se frenó el trabajo. Algunos hablaron de que los costos habían superado lo presupuestado y otros que los planos tenían un error de cálculo que, de continuar la obra, este terminaría en un derrumbe.
Prins murió un año después y las malas lenguas afirman que decidió suicidarse por no haber soportado el error cometido. En los años 50, un estudiante quiso retomar el proyecto y armó una tesis para continuarlo. No sólo no lo llevó a cabo sino que además jamás se recibió. A partir de ese momento, nadie más se animó a continuar el edificio que está en la avenida Las Heras, en el barrio de Recoleta, imponente e inconcluso.